Inteligencia emocional – Básico
Acerca de las clases

MÓDULO 8. Mejora tu inteligencia social

  • Descubre qué es la inteligencia social.
  • Descubre los 4 estilos comunicativos que pueden ser de utilidad.
  • Reconoce tu conducta social.

Inteligencia Social

La inteligencia social es la capacidad que tiene una persona de entender, tratar y llevarse bien con la gente que le rodea. La inteligencia social es lo que hace que una persona sea capaz de tener mil amigos dispuestos a dar la cara por él o ella, o lo que hace que una persona no tenga nadie con quien contar. También es lo que provoca que una persona sea magnética para otros o que, por el contrario, sea un total negado a la hora de interactuar. Y, por último, es lo que hace que una persona sea un vendedor u orador de primera o que, por el contrario, sea terrible en los negocios y en su capacidad de expresarse en público.

Es decir, la inteligencia social es la parte que nos permite relacionarnos con efectividad con la gente que nos rodea.

Alguien con una inteligencia social muy desarrollada es una persona capaz de entender e intuir qué siente la gente en cada momento, qué necesita, cómo se comporta y qué espera de nosotros. Los políticos, los oradores, los grandes seductores, los grandes vendedores, los profesores que nos hacen amar lo que enseñan, los hombres de negocios poderosos, etc. son personas con una gran inteligencia social.

Digamos que la inteligencia social es la capacidad de optimizar al máximo nuestra relación con la gente, sacando lo mejor de ellos, generando el mínimo nivel de rechazo y consiguiendo los mejores resultados de ellos.

Algunas herramientas importantísimas para tener una buena inteligencia social son:

  • La empatía.
  • El liderazgo.
  • La inteligencia verbal.
  • La asertividad.
  • Saber escuchar y prestar atención.
  • Ser bueno analizando el lenguaje no verbal de la gente.
  • Gestionar bien el contacto físico.
  • Interpretar correctamente las situaciones sociales que ocurren a nuestro alrededor en conjunto.
  • Vestir bien y correctamente para cada situación, proyectando lo mejor de nosotros y lo que deseamos en cada momento.

La Inteligencia Social es, unas de las habilidades más útiles para tener éxito en la vida. Si tenemos éxito al tratar a la gente que nos rodea, tendremos éxito en las relaciones profesionales, los amigos, los negocios, las parejas sexuales, la familia, etc. Cuando se le pregunta por su éxito a los grandes genios del mundo empresarial a los más exitosos en su ámbito de desempeño, lo primero que dicen es: “No lo habría conseguido sin rodearme de gente excepcional”.

 

4 estilos de comunicación ante el conflicto

Cuando hablamos de estilos de relación, se diferencian 4 estilos principales: el estilo agresivo, el pasivo, el pasivo-agresivo y el asertivo.

Lógicamente, estos estilos de relación están condicionados por muchos factores, como pueden ser el contexto, la relación o las vivencias anteriores. Probablemente ante una misma situación, nuestra respuesta no sea la misma frente un grupo de personas que no conocemos o frente a nuestra pareja. Del mismo modo, nuestro estado emocional o físico influye en la manera en la que afrontamos una misma situación en diferentes momentos (las probabilidades de que responda de una forma asertiva tras dormir 4 horas y tener un mal día, son menores que si he dormido 8 horas y he tenido un día tranquilo).

Por todo ello, podríamos decir que todas las personas transitamos por los cuatro estilos en función del momento. No obstante, en general, debemos reconocer que prevalece un estilo con el que nos sentimos más identificados.

Veamos ahora, a través de un ejemplo, cómo podemos responder de diferentes maneras a una misma situación.

  • Un compañero de trabajo tiene fama de hacer comentarios negativos y desafortunados sobre el resto. Has oído varias veces a compañeros y compañeras hablar sobre eso, pero nunca has hablado con él. Un día al salir de una reunión, se acerca a ti y te dice: “Tremenda reunión… ¡qué sufrimiento verte intervenir, hablas demasiado!”

Te molesta mucho que te haya dicho eso, era una reunión importante para ti y aunque eres consciente de que no ha sido tu mejor día, te sientes dolido o dolida por el tono y las palabras de este compañero.

 

¿Cómo respondo ante esta situación?

Estilo agresivo

  • “Y a ti que te pasa, ¿quién te crees que eres para estar siempre metiéndote con todo el mundo? Déjame en paz.” Y te vas dejándole con la palabra en la boca.

Esta respuesta sería propia de un estilo agresivo: mis necesidades e intereses prevalecen sobre las necesidades e intereses del otro.

Estilo pasivo

  • A pesar de tu malestar, evitas hacer frente a la situación y te vas en silencio. En el fondo sabes que no has estado bien y aunque crees que ha sido feo por su parte, no quieres tener un conflicto.

Nos encontramos aquí ante un estilo pasivo: las necesidades e intereses del otro prevalecen sobre mis propias necesidades e intereses.

Estilo pasivo-agresivo

  • No te ha hecho ninguna gracia lo que te acaba de decir, pero haces como que no le has oído y te vas. Al día siguiente, compartes con tus compañeros/as lo mal que se portó contigo y lo desagradable que te parece esta persona. Ahora entiendes a lo que se referían cuando hablaban de él y no desaprovechas la oportunidad para expresarlo.

Estilo pasivo-agresivo: no reivindico mis necesidades e intereses, pero tampoco dejo que la otra persona satisfaga las suyas.

Estilo asertivo

  • “¿A qué te refieres?” (Estás realmente ofendido por el tono, pero no tienes claro qué es lo que quiere decir).

“Pues que he visto que lo estabas pasando mal, a mí me pasó lo mismo hace un mes… Esta gente siempre busca el fallo y no valoran todo el trabajo que hay detrás de lo que mostramos”.

Estilo asertivo: tanto mis necesidades e intereses como las del otro son importantes. Doy valor al otro, pero sin renunciar a mí mismo/a por ello.

En los tres primeros estilos de comunicación, no hemos tenido la oportunidad de saber realmente lo que quería decir. Puede que sus palabras no fueran las más adecuadas en un inicio, pero hacemos una atribución negativa de su intencionalidad sin dar pie a contrastarlo. Condicionados por un prejuicio y un discurso adquirido por el grupo, reforzamos la idea de que esta persona es un indeseable y nos quedamos con el malestar.

Cabe destacar, que cuando hablamos de conflicto, el estilo pasivo-agresivo cobra una especial relevancia.

Mientras el estilo agresivo es más visible (mostramos nuestro enfado de una forma clara y el otro recibe un feedback directo, aunque no da pie al diálogo), el estilo pasivo hace que el conflicto quede “oculto”, puesto que provoca un malestar que no se evidencia abiertamente y puede generar un daño en nuestra autoimagen.

El estilo pasivo-agresivo en cambio, permite que mostremos nuestro malestar de una forma indirecta evitando el diálogo y la gestión de la situación. Esto hace que se perpetúe y que se inicien dinámicas de escalada del conflicto y en muchas ocasiones, de generación de grupos.

La invitación es a reflexionar sobre esto y pensar en cuál es nuestro estilo.

¿En qué medida nuestro estilo sostiene las situaciones de conflicto?

¿En qué medida estamos favoreciendo que el conflicto escale actuando de una forma indirecta?

¿Cuánto nos dejamos llevar por los mensajes del grupo, haciendo nuestras las verdades de otros?

¿Soy consciente del impacto que mis respuestas tienen en el otro y en mí mismo/a?

 

Conducta social: teoría, tipos, normas, ejemplos.

La conducta social o comportamiento social es el conjunto de acciones de un individuo que van dirigidas a la sociedad en su conjunto o hacia los miembros de su misma especie. Existen diferentes teorías sobre su origen, pero en general los investigadores están de acuerdo en que tienen componentes tanto genéticos como sociales.

El comportamiento social ha sido un tema de interés y relevancia desde prácticamente los comienzos de la civilización. Pensadores como Aristóteles creían que comprender y mejorar la conducta social era algo fundamental para poder convivir en armonía. Por ello, los primeros filósofos reflexionaban sobre aspectos como la ética y la política, que no eran más que disciplinas dedicadas a mejorar el comportamiento y la convivencia de las personas.

 

La conducta social existe en distintos ámbitos de la vida.

No existe una definición universal sobre lo que supone una conducta social. Sin embargo, en la mayoría de los casos se considera que cualquier comportamiento que afecte a otras personas o que se produzca debido a la influencia de la sociedad podría entrar dentro de esta categoría.

Por otro lado, se considera que para estudiar las conductas sociales es necesario hacerlo en relación con las normas y los valores propios de la cultura en la que se dan. Así, los comportamientos sociales se consideran adecuados o inadecuados en función del contexto.

 

Teoría del comportamiento social

A lo largo de la historia se han desarrollado diferentes teorías sobre la naturaleza de la conducta social y sus características. A continuación veremos algunas de las más importantes.

  • Influencia social.

La teoría de la influencia social defiende la idea de que cuando convivimos en sociedad, es inevitable que influyamos sobre el comportamiento de otras personas y ellas lo hagan sobre el nuestro. Esta influencia social se crea mediante diferentes fenómenos, como la persuasión, la obediencia, la conformidad a las normas y el respeto a las tradiciones.

Aunque la influencia social puede aparecer de muchas formas, dos de los tipos más comunes son la influencia informativa y la normativa. En el primer caso un individuo cambiará su conducta o manera de pensar porque los argumentos de otros le han convencido. Por el contrario, en el segundo modificará sus acciones solamente para no perder la aprobación del grupo.

  • Condicionamiento clásico y operante.

El condicionamiento clásico es una de las principales fuerzas detrás de la influencia social. Nuestros comportamientos se ven modificados en gran medida porque asociamos de manera inconsciente fenómenos que en realidad no guardan relación entre sí. Esto puede acabar cambiando nuestra forma de actuar en sociedad de muchas maneras distintas.

Por ejemplo, la exposición constante a telenovelas, video clips, series y películas nos llevan a asociar ciertos elementos (como el sexo, el dinero o la aceptación social) con el bienestar y la felicidad. Esto hace que cambiemos nuestra conducta social, para intentar conseguir los resultados que creemos que nos harán sentir bien en función de lo que hemos visto.

Por otro lado, el condicionamiento operante también juega un papel fundamental en la formación de nuestra conducta social. Los refuerzos y castigos que recibimos por parte de nuestros semejantes tienen una enorme influencia sobre nuestros comportamientos y nuestra forma de pensar.

De hecho, se ha comprobado que castigos como la pérdida de aprobación o el rechazo social son algunos de los que mejor provocan el cambio en las personas. Así, para evitar que los demás nos rechacen tendemos a modificar nuestra conducta y a actuar según las normas de la sociedad en la que vivimos.

 

  • Aprendizaje sociocultural

Uno de los primeros psicólogos en preocuparse por la conducta social fue Lev Vygotsky. Este autor se centró en estudiar los aprendizajes llevados a cabo por los niños y adolescentes como consecuencia de su interacción con las personas de su entorno.

Según Vygotsky, los niños nacen siendo prácticamente una «pizarra en blanco», sin normas sociales ni moral propia. Sin embargo, a lo largo de los años sus interacciones con otras personas y la observación de otros individuos les llevan a internalizar las normas propias de la cultura en la que viven.

  • Aprendizaje vicario

El aprendizaje vicario es el proceso que se da cuando se produce un cambio de conducta o de pensamiento en una persona cuando esta observa a otra. Generalmente se da al imitar los comportamientos de un modelo, pero también puede ocurrir cuando el individuo observa las consecuencias de las acciones de otra persona.

El aprendizaje vicario puede explicar muchas de las conductas sociales que llevamos a cabo. Estas habrían aparecido al observar la forma de actuar de nuestros principales modelos, como padres, familiares, profesores o figuras de referencia.

 

Tipos de conductas sociales

Como ya hemos visto, el concepto de la conducta o comportamiento social ha tenido una gran importancia para multitud de pensadores a lo largo de la historia. Debido a ello, existen muchas clasificaciones distintas para categorizar todos los tipos de conducta social que existen.

Una de las clasificaciones más conocidas es la que divide los comportamientos en función de su relación con las normas de la sociedad en la que se dan. A continuación veremos esta clasificación con detalle.

  • Conducta social o positiva

Las conductas positivas o sociales son aquellas que van a favor de las normas de convivencia presentes dentro de la cultura en la que se dan. Ejemplos de comportamientos positivos serían ceder el asiento a las personas mayores dentro del transporte público, o mirar a los dos lados de la calle antes de cruzar una carretera.

  • Conducta asocial

Las conductas asociales serían propias de aquellas personas que evitarían el contacto con otros individuos y que no seguirían las normas de su cultura, pero tampoco interferirían de ninguna manera con las vidas de los demás. Generalmente se daría en casos en los que el individuo se encuentra aislado y evita participar en encuentros sociales.

Por ejemplo, una persona que decidiera vivir en una casa aislada en el campo y cultivar su propia comida estaría llevando a cabo principalmente conductas asociales.

  • Conducta parasocial o desviada

Las conductas parasociales serían aquellas que rechazan los valores y costumbres presentes en una cultura determinada, pero que no provocan daños al resto de integrantes de la misma. Estas conductas generarían reacciones como rechazo o malestar hacia las personas que las llevan a cabo.

Por ejemplo, en una sociedad muy tradicional y religiosa la promiscuidad sería un tipo de conducta parasocial.

  • Conducta antisocial u ofensiva

El último tipo de conducta sería aquella que ataca directamente los valores y tradiciones de la sociedad en la que aparece. Los comportamientos de este tipo irían en contra del bienestar del resto de habitantes de la sociedad, por lo que tenderían a ser sancionados con gran dureza.

Generalmente, la mayoría de delitos son ejemplos de la conducta antisocial. Robar o agredir a otra persona va en contra de las costumbres y valores de la mayoría de sociedades avanzadas, por lo que estos comportamientos recibirían un fuerte rechazo.

 

Normas de comportamiento social

Uno de los aspectos más importantes para comprender el comportamiento social es entender las normas que lo rigen en diferentes contextos. Cada cultura tiene una serie de normas universales, y otras que solamente son válidas para un entorno en concreto. A continuación veremos algunos ejemplos para aclarar este concepto.

Normas sociales en el hogar.

La mayoría de familias se rigen por una serie de normas implícitas y explícitas que regulan el comportamiento de sus integrantes. Aunque algunas pueden variar en función de cada caso, muchas de ellas son universales dentro de una misma cultura. Por ejemplo, en las sociedades orientales los niños les deben un gran respeto a sus padres, y en general ponen la opinión de sus mayores por encima de la suya propia. Esto es algo que no sucede con tanta intensidad en el mundo occidental.

Normas sociales en el trabajo

El entorno laboral es uno de los escenarios en el que más normas sociales existen. Dentro del mundo de la empresa, existen multitud de expectativas que es necesario cumplir para conseguir la aprobación de las personas de nuestro alrededor.

Por ejemplo, en la mayoría de los entornos de trabajo existe una jerarquía muy clara, teniendo que acatar los individuos que están más bajos en la misma las opiniones, ideas y órdenes de sus superiores. Además, suelen existir códigos de conducta muy estrictos que regulan aspectos como la vestimenta o las horas a las que es necesario trabajar, descansar o comer.

Lugares públicos

Las conductas que se consideran aceptables en los lugares públicos varían enormemente entre culturas. Por ejemplo, en países como Cuba, Colombia o España mostrar afecto en público es algo completamente normal; pero en otros lugares como Europa del Este o Asia algo tan común como que dos personas se besen en público se considera motivo de escándalo.

Lo mismo sucede con muchos otros aspectos del comportamiento social en lugares públicos. Así, cada país y cultura tienen diferentes normas sobre qué es adecuado hacer delante de otras personas.

 

Ejemplos de comportamiento social en humanos.

Muchos de nuestros comportamientos están completamente determinados por las normas que rigen la sociedad en la que nos encontramos. Algunos ejemplos comunes son los siguientes:

– Aceptar las opiniones de nuestro grupo de amigos para evitar perder su aprobación si les llevamos la contraria.

– Evitar dejar un trabajo que no nos gusta porque nos proporciona mucho estatus a ojos de los demás.

– Estudiar una carrera porque es lo que nos han dicho que hay que hacer.

– Respetar a las personas mayores y ayudarlas en situaciones en las que esto sea posible.

 

Como hemos visto, la inteligencia social, es un componte clave para tener éxito en cualquier ámbito de nuestras vidas, por lo que conocer las reglas del juego social resulta no solo necesario sino imprescindible para ejecutar mejor nuestra estrategia de desarrollo, y alcanzar las metas y propósitos previamente establecidos.

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